En Madrid y otras zonas de España llamamos tapa a un pequeño bocado o tentempié que se sirve gratis junto a la bebida.
Una teoría sugiere que esta costumbre se instauró en el siglo XIII, cuando el rey Alfonso X «El Sabio» ordenó a tabernas y mesones acompañar cualquier consumición alcohólica con una pequeña ración de comida sólida para evitar la embriaguez. Otras fuentes indican que, para evitar que el polvo de los caminos o los insectos cayeran en la bebida, algunas casas tapaban las jarras de vino con una rebanada de pan, lo que habría dado a este pincho su nombre: tapa.
Las opciones son muy variadas: en muchos bares lo habitual es una pequeña cantidad de aceitunas, patatas fritas —tipo chips—, frutos secos o una sencilla rebanada de pan con algo de fiambre; en otros locales la tapa ha ido ganando tamaño, calidad y sofisticación hasta convertirse en una interesante experiencia gastronómica.
Además de la tapa que acompaña a nuestra bebida, en muchos bares también podemos pedir raciones o medias raciones. Estos platos, que sí tendremos que pagar, ofrecen una cantidad mayor de comida y son perfectos para compartir. ¿Algunos clásicos en Madrid? Las patatas bravas (gajos de patata frita con salsa picante), tortilla de patatas, croquetas, quesos curados o embutido ibérico.
Y ¿para beber? Los tragos habituales cuando se va de tapas, suelen ser:
- Caña: un vaso alto y estrecho con 20 cl. de cerveza. Tirar la caña —servirla desde el grifo— es un arte en muchos bares de Madrid.
- Vino: Ya sea en copa o en chato —un vaso ancho y bajo—, Madrid ofrece una inabarcable y excelente variedad de caldos propios y de toda España.
- Vermú: Es un vino blanco en el que se han macerado determinadas mezclas de hierbas y especias, dominadas por el ajenjo. En los bares más auténticos se sirve de grifo.